La capital rusa adoptó el jueves las medidas de cierre más estrictas desde junio de 2020, mientras los hospitales se enfrentan a una creciente ola de casos de coronavirus que ha hecho que las muertes por pandemia en un día alcancen cifras récord.
El cierre parcial, en el que solo se permite que permanezcan abiertos los comercios esenciales como farmacias y supermercados, mientras que las escuelas y las guarderías estatales están cerradas, se adelanta a un cierre laboral de una semana en todo el país a partir del 30 de octubre.
Al igual que Moscú, algunas regiones decidieron iniciar sus cierres parciales el jueves o antes, antes de la iniciativa nacional.
Los habitantes de Moscú pueden salir libremente de sus casas, a diferencia del cierre del verano de 2020, pero las nuevas medidas apuntan a la creciente preocupación de las autoridades por el número récord de muertes que el Kremlin ha achacado a la lenta tasa de vacunación.
Muchos rusos han decidido que ahora es el momento ideal para volar a unas vacaciones de playa en el extranjero en lugar de atrincherarse en casa.
Hubo sentimientos encontrados sobre el cierre de las calles de Moscú el jueves. Algunos residentes, como Lyubov Machekhina, dijeron que pensaban que obviamente ayudaría a frenar las infecciones.
Otros, como Mikhail, un moscovita que no dio su apellido, expresaron sus dudas de que hubiera un impacto real sin que una mayor parte de la población estuviera vacunada o tuviera otro tipo de inmunidad.
“En mi opinión, no cambiará nada. Tal vez se ralentice (la propagación de los casos) un poco, pero en realidad, sin la inmunidad de grupo, no tiene sentido. No creo que funcione”.